Como anteriormente hemos nombrado, las personas que padecen sequedad bucal se debe a una baja o nula actividad de las glándulas salivales.
Las causas más frecuentes son hablar durante mucho tiempo, estrés, ansiedad, depresión, diabetes, fármacos antihipertensivos, antihistamínicos, antidepresivos, ansiolíticos, diuréticos u oncológicos.
La ausencia de dientes también juega un papel muy importante en la disminución de la segregación de saliva por la falta de estímulo, dieta desequilibrada, tabaco y alcohol al inhibir la transmisión de impulsos nerviosos.
También influye la quimioterapia, radioterapia o síndrome de Sjögren.
La falta de humedad en la boca puede provocar dificultades en la masticación, deglución, fonación, alteraciones del gusto y ardor de boca. Se suele apreciar enrojecimiento, irritación, grietas, fisuras en los labios, etc.
También favorece la inflamación de encías y mucosas, presencia de úlceras e infecciones por hongos como la candidiasis. En los dientes aumenta la aparición de caries y la sensibilidad y en pacientes con prótesis dentales aumentan los roces al estar la boca más seca.
A la hora de planificar el tratamiento, primero habrá que identificar el motivo principal de la xerostomía (enfermedades sistémicas, fármacos, etc) y conocer la actividad glandular del paciente. Con toda esta información se planteará un tratamiento de forma sistémica o tópica para promover la secreción de saliva (sialogogos), en función del caso, aparte de unas pautas de higiene oral.