Reendodoncias, apicectomías y alternativas a la endodoncia

Si el diente está en buen estado y no hay ninguna línea de fisura o fractura y merece la pena conservarlo, se procederá a intentar hacerle una reendodoncia. Este proceso consiste en vaciar de nuevo el conducto radicular, eliminando el relleno, desinfectarlo y sellarlo de nuevo.

El porcentaje o probabilidades de éxito de una reendodoncia son menores a la de la primera endodoncia, pero en algunas situaciones y si es posible se intentará luchar por el diente y darle una segunda oportunidad, ya que si no, la única alternativa que le queda a este diente es la extracción.

En algunas ocasiones, con la endodoncia no se consigue eliminar y desinfectar en totalidad el área peridentaria formándose un foco periapical. Para solucionar el problema será necesario realizar un procedimiento quirúrgico poco invasivo denominado apicectomía.

El objetivo principal de esta intervención es extirpar el tejido afectado alterando lo más mínimo posible a la encía y el hueso que circunda dicha lesión. Tras esto, se cortará o amputará el extremo de la raíz o ápice dental para evitar que haya una recontaminación y se taponará el conducto radicular desde arriba (“obturación a retro”) para complementar el sellado que se hizo con la endodoncia. Finalmente se sutura la encía sin quedar rastro posterior de una intervención quirúrgica.

En algunas situaciones será necesario realizar una regeneración ósea para compensar la cantidad de hueso perdida por dicha infección.

Como anteriormente hemos comentado, la única alternativa es la extracción y dado que esto es un hecho irreversible en muchos casos antes de quitar el diente, si está en buen estado y merece la pena mantenerlo, se optará como primera opción la realización de la endodoncia. No hay nada mejor que el propio diente.

Si esto no fuera posible, habrá que extraer el diente y pensar en rehabilitar posteriormente ese espacio con un implante.